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Cómo el "tesoro escondido" del que habla el Evangelio (Mateo 13: 44). Así veo yo esta escuela de flamenco. Escondida en el espacio físico (qué difícil de encontrar!) y en el virtual (no hay web ni gran impacto en redes). Me atrevo a decir: ni falta que hace. Pequeña en sus dimensiones físicas, pero muy grande en su corazón: una escuela con convicción, con entrega y profesionalidad. Capaz de cohesionar al barrio, que piensa en el espectáculo de las personas y las familias como obras de arte en si mismas, no en los fuegos de artificio a que nos acostumbra el escaparate del escenario. Calidad artística sin dudar; pero sobre todo, calidad y calidez humana. Es lo que habéis volcado en la función de hoy, dónde se nos preguntaba "si estábamos a gusto". Por encima de todo. Enhorabuena por lo que hacéis, pero sobre todo, enhorabuena por lo que sois.