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Estoy en el extranjero y me he quedado sin inhaladores que están disponibles en el mostrador de donde soy. Soy propenso a los ataques de asma. Me dijeron muy groseramente que no era posible conseguir un inhalador, sin más instrucciones o explicaciones. Solo me dijeron 'soy farmacéutico', lo cual pensé que era obvio, pero con la falta de asistencia recibida ahora, ¡no estoy seguro!
La “señora” rubia, por llamarle de alguna manera, es bastante maleducada.
Pedí un ventolin y, es cierto que no se puede pedir sin receta, pero decir “te lo voy a dar para que te calles que eres un pesado” no son las formas, y menos cuando se le ha hablado de forma sosegada y tranquila. En ningún momento se le ha faltado la educación, al contrario que ella que bajo la premisa de “estoy harta de aguantar a la gente durante todo el día” ha avalado su pésima educación.
Nuevamente, en Sevilla, el cliente nunca tiene la razón. Ni siquiera cuando se trata de comprar unas simples tiritas o apósitos. Se le intenta convencer de que compre algo que no quiere y, en definitiva y al final, que no compre nada en absoluto.