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Estuvimos en una boda de tarde-noche. El sitio muy agradable y tanto el aperitivo como la comida, muy buenos y bien servidos. No hubo esperas, y los camareros estuvieron atentos a que no se acumularan cosas en las mesas. El suelo es de tierra y empedrado, como es normal en una Hacienda del campo, así que algo incómodo para los tacones, que muchas señoras previsoras cambiaron por cuñas o zapato plano.
Como sitio muy bonito y espacioso. Pero una cosa que todos los invitadas q lleven tacones. Q se preparen. Es horrible el suelo nada estable. Te llevas todo el día intentando mantener el equilibrio. Y terminas con unos dolores de pies tremendo.
Bonito lugar para celebrar el día más grande de tu vida, muy acojedor, con espacios cerrados y abiertos, así dispones de un plan B por si acaso llueve. Los invitados quedaron encantados con el sitio. Buen servicio y flexibilidad por parte de Nieves que siempre estaba allí disponible para nosotros y nos dejaron la finca desde el jueves para ir llevando cosas con tranquilidad. Lo recomiendo al 100%.