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Es un sitio que sólo entrar por la puerta notas la tranquilidad y la paz que tiene. Las meditaciones maravillosas y al practicarlas tu vida comienza a cambiar en positivo. Una experiencia maravillosa. Lo recomiendo a todo el mundo.
Un lugar muy bonito con gente más bonita aún. El sitio está en pleno centro y es muy luminoso, con parada de bus, metro y taxi apenas a 2-5 min caminando. Está en planta baja y tiene acceso a silla de ruedas. A veces se escucha ruido de la calle, pero ¿Dónde no en plena ciudad? El ambiente es acogedor tanto por la decoración como por las personas que encuentras, súper majas y agradables. Se medita en sillas cómodas, son amplias y acolchadas lo que viene fenomenal para l@s que ya tenemos cierta edad. Desconozco si tienen bancos de meditación. Algo bobo pero que me gustó mucho fue que hay sofá y lo puedes usar también durante las meditaciones. Ofrecen una amplia variedad de actividades, meditaciones, clases de budismo, talleres, salidas al campo para meditar al aire libre, etc. Los precios me han parecido muy asequibles y te facilitan la posibilidad de bonos con descuentos, incluso algunas de las actividades semanales y varios ebook son gratuitos, algo que me sorprendió y que es de agradecer en la situación económica actual. Si haces un intensivo y te quedas a varias actividades se suele acompañar la espera con té, pastas y charla distendida. En definitiva, una buena experiencia en todos los sentidos personal/espiritual, por las clases, el lugar, la gente, etc, que repetiré y recomiendo sin duda.
Me encantan las clases y los cursos que ofrecen, me ayudan a calmar la mente y a poder ver las cosas con más claridad. Mis relaciones con mi familia han mejorado mucho, y veo que respondo a las dificultades de la vida con más calma. Un 10.
En este centro imparten unas enseñanzas que te ayudan a controlar tu mente para lograr PAZ interior, que es lo que necesitamos para conseguir estados mentales que nos ayuden a conseguir esa tranquilidad interna que tanto deseamos
Precioso lugar en el que he recibido preciosas enseñanzas, con las que he podido cambiar por completo mi vida y transformarme en una persona mucho más apacible y feliz. También he conocido gente maravillosa que está en el mismo camino que yo y me inspira con su ejemplo.
Voy a compartir mi experiencia sufrida hoy en un curso de sábado al que me disponía a asistir con toda mi ilusión. Hace poco me mudé a esta ciudad de Granada con muchas ganas de conocer a gente interesante y practicar algunas de mis aficiones como es la meditación (afición que fui adquiriendo durante mi reciente temporada viviendo en Asia). Al llegar esta mañana, se me dijo que debía usar mascarilla para asistir al evento. Mal comienzo: desde el 20 de abril la ley no obliga al ciudadano a llevarla salvo en establecimientos de Salud, transporte público y un par de excepciones más, entre las cuales ciertamente no se podría catalogar el lugar en cuestión. Quise apelar a que se respete mi derecho de no querer llevarla, igual que yo respeto a quien quiera seguir auto-restringiendo su vida de esa manera, pero estaba metiéndome en una espiral de debate con la señora recepcionista que claramente no iba a llevar a ninguna parte. Al final me dijeron que me esperase un poco si quería, y que *si los demás asistentes no tenían inconveniente* podía quedarme en el curso y distanciarme un poco de los demás con mi silla. Resumiendo, que yo habiendo pagado religiosamente mi curso previo registro online, tenia que atenerme a lo que opinen otros asistentes sobre mi presencia sin bozal, y que además debía distanciarme un poco cual apestado. Pues nada, por no querer discutir en un lugar de alto valor espiritual como es un centro budista, preferí amablemente decirles que no se preocupen que mejor me iba, pero que por favor me devuelvan el importe pagado. Una pena llegar a una ciudad a vivir y que las primeras experiencias y pasos hacia ir conociendo a otra gente interesante tengan que verse frustrados por esta espiral de histeria sin sentido llamada COVID. Qué hartura de enfermedad, ya no tanto la vírica, si no la que ha infectado a tantos y tantos ciudadanos a nivel psicológico y paranoico. Maldita pandemia
Un lugar único en Granada, donde encontrar clases de meditación y aprender a llevar las dificultades, enfermedades, etc de otra manera. Pero lo mejor es que encontrarás amigos espirituales. Un refugio de paz en la ciudad.
Es un lugar muy inspirador, allí aprendemos enseñanzas de Buda y meditamos en ellas, la característica distintiva de las personas que lo visitan es que desean mejorar como personas, deseo que sus puertas permanezcan abiertas para todos.
Siempre que voy al centro kadampa me siento muy bien acogido y las enseñanzas que imparten han sido muy válidas para mi vida diaria, muchas gracias a los profesores y al maestro que lo dirige.
Llevo años acudiendo a este Centro para meditar y recibir enseñanzas budistas. El maestro gen Kelsang Pamting tiene una gran formación y sus clases son muy buenas.
Sitio acogedor al que, a pesar de la distancia que me separa de casa, procuro asistir dos días a la semana por sus enseñanzas budistas y meditaciones además de hacer referencia al trato agradable y cariñoso del personal del centro.
Un lugar de sabiduría para calmar profundamente nuestro corazón. Me siento muy agradecido por todo lo que he recibido y afortunado por disfrutar de un espacio tan especial tan cerca de casa.