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Un bar en el que poder desayunar tranquilamente sin más. Terraza amplia, buena atención y vistas agradables. Bastante céntrico frente a la iglesia y el parque, con la montaña rodeando el pueblo. Un sitio de paso cuando vas a visitar la zona. El café que nos pusieron era enorme.
Fuimos a tomar unas cañas, y la camarera, ni siquiera respondió a un buenas tardes. Cuando la requerimos para pedir, con educación, contestó de muy malos modos. Nos levantamos y nos fuimos y ni siquiera se disculpó.