29 agosto 2019 15:03
Maria Belen Ibanez
hace 40 minutos
Fui a la tienda con mi esposo, dado que esperamos un bebé, desde Goierri, abrigando la esperanza de recibir ese trato personalizado que se supone tienen los comercios locales, y que los distingue de las cadenas que amenazan con exterminarlos. La dueña estana cerrando el local de la esquina porque quería mostrar algo a una clienta en su otra tienda, y nos pidió acompañarla. Fuimos, y esperamos pacientemente (yo con una tripa bastante grande, de pie todo el rato) a que los clientes eligieran su cochecito. Luego la dueña nos preguntó qué necesitábamos y nos hizo regresar a la otra tienda, pero como necesitábamos un poco de orientación porque era nuestra primera consulta en el tema nos entregó dos o tres catálogos (sin precio) de cunas y se puso a atender a las cuatro personas que fueron entrando sucesivamente a la tienda sin volver a prestarnos atención salvo para darnos una muy breve y apresurada explicación de los tipos de cochecito que tenía en el escaparate. Encontré un sitio donde sentarme, en un rincón, hasta que nos aburrimos de esperar y de ser ignorados, y después de orientar yo misma a un cliente que buscaba un sacaleches de una marca que allí no tenían (y del que la dueña no tenía ni idea) nos marchamos decepcionados y con la sensación de haber perdido el tiempo. Por intentar ahorrarse un sueldo, así atienden a los clientes, con una sola persona poco dada a dar asesoramiento y nada dispuesta a ser amable. Sólo quienes se acercan con una idea específica y concreta de lo que necesitan saldrán satisfechos, me imagino. Lo que sí sé es que para leer un catálogo, prefiero hacerlo cómodamente en casa, sentada bebiendo una taza de café, y será el de una gran cadena, porque por lo menos ésos tienen los precios.

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