25 noviembre 2020 6:14
El lugar recibe varios nombres como: La Audiencia, Cuevas de Temisas, Cuevas del Majar, Risco Pintado, etc. La denominación más adecuada es la de Granero de Temisas, ya que la investigación arqueológica ha determinado que se trata de un almacén colectivo de productos agrícolas de los aborígenes canarios prehispánicos, especialmente cebada. Este yacimiento arqueológico pertenece al conjunto del Poblado Aborigen de Temisas, hoy desparecido e incluye también a la próxima Cueva del Gigante que se recomienda visitar. Posee dos entradas, la original cuando la época prehispánica, por la que no se recomienda acceder por ser peligrosa y, una entrada excavada en época reciente que nos conduce directamente a dos cámaras llenas de agujeros que son los silos donde se almacenaban los granos. Ambas cámaras están frente a sendas aberturas en la pared rocosa que las abarca en sus totalidad y permite una visión extraordinaria del paisaje circundante. No se puede acceder a la totalidad del granero porque justamente se buscaba su fortificación y difícil acceso, en la parte baja hay otros fragmentos a los que se puede entrar, otros no por ser propiedad privada. Se puede dejar el coche aparcado en Temisas y caminar por el antiguo camino real que nos dirige casi a la entrada o también dejarlo en la parte inferior en una pequeña entrada de tierra junto a la carretera y ascender por la pared Este. Hay que ir con buen calzado ropas adecuadas, bien hidratado, protección solar incluso en invierno y hay fuerte viento sobre todo en verano. El lugar es increíble, muy recomendado.
07 enero 2020 3:04
Enclavada en el Risco Pintado, montañon perteneciente al pueblo de Temisas, se encuentra la llamada #"Cueva de la Audiencia ". La cueva se abrió desde el Poniente, ya que era el único punto accesible, como se puede observar en sus fotografías hechas en su interior. Por lo que observe durante mi visita, este espacio, por su configuración y estructuras, creo que fue utilizado más como despensa que como vivienda, aunque ambas cosas eran posibles. El paso del tiempo ha degenerado en semiruinas, pero, de lo que no cabe la menor duda, son sus vistas al pueblo, que vigila desde su imponente atalaya orientada al naciente. Los claroscuros que se reflejan al amanecer, hacen de este lugar, un espacio único para disfrutar de un nuevo día que nos brinda la vida. Recomiendo hacer un hueco en nuestra ajetreada agenda, para disfrutar de aquello que sus moradores no tuvieron ocasión de hacer, por emplear su tiempo sólo en continuar viviendo.

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