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Desde siempre he sido cliente de Natura. Me encanta sus productos y también su filosofía. Pero lo que no esperaba es que tuviera un personal tan amable y humano. Recientemente, estando en su tienda en Mesa y López sufrí una bajada de azúcar a consecuencia del calor y del uso obligatorio de la mascarilla. Las dos chicas que llevan la tienda me sentaron, abanicaron, me dieron bombones y llamaron a un familiar para avisarle de mi estado. Me decían que no podía salir hasta que me sintiera bien. Y gracias a su amable atención ¡y a los bombones! Me recuperé. Quiero dejar constancia porque después de darles las gracias era lo único que me faltaba por hacer. En tiempos de egoísmo e indiferencia estos actos son, incluso más valiosos.