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Casona tradicional cántabra muy bien conservada. Trato familiar con todo lo necesario. El jardín exterior es estupendo y el desayuno, con los bizcochos caseros de naranja y de chocolate elaborados por Adriano son muy muy ricos. Carmen y Adriano te hacen sentir muy a gusto en todo momento
Caserón grande bonito con habitación amplia. Muy cuidado, acogedor, limpio. Trato recibido magnífico. Dueño muy pendiente del cliente. Muy bien ubicado para recorrer la zona. Muy recomendable.
Está bien para dormir y descansar y usarlo de punto de partida para visitar varios sitios cercanos. El pueblo es tranquilo y pequeño. La casa es acogedora y las habitaciones amplias y limpias. El hombre que cuida la casa siempre está disponible cuando le necesitas.
Hotel rural con mucho encanto. Hemos pasado un finde un amigo, mi pareja y yo: 45€ la habitación doble (dos camas individuales que se pueden juntar) y 35 la individual (del mismo tamaño y características que la doble). El baño es pequeño pero limpio, y las zonas comunes (pequeño comedor, saloncito y terraza cerrada) son muy acogedoras. El desayuno cuesta 3€ por persona, es sencillo (café, infusión, colacao, zumo, pan con mantequilla y mermelada y bizcocho casero) pero todo muy muy rico (sobre todo el bizcocho). A parte del desayuno, no dan otras comidas.
Un lugar muy agradable, que en las zonas comunes no parece una hotel rural, sino realmente la casa de una familia, lo que la hace diferente a otras. La habitación en la que estuvimos, estaba bien, ni pequeña ni grande, abuhardillada y con decoración discreta, y con un baño muy correcto. Los bizcochos caseros del desayuno son muy buenos.