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Dicen que de lo que se come se cría y honestamente desde que empecé a comer estas cabezas mi intelecto se ha multiplicado hasta tal nivel que ahora me codeo con Vladimir Putin y juego al ajedrez con Garry Kasparov.
En serio, las cabezas de cordero es lo más parecido a sentarse en la mesa de Dios y ser servido por sus cocineros celestiales mientras una horda de ninfas tocan el arpa y te abanican con gigantes hojas de palma.
Si pudiese hacer girar la rueda del Dharma a mi antojo, elegiría reencarnarme en el que asa las cabezas de cordero en la Granja Victoria. Mi vida sería plena y podría darme tales festines de cabezas de cordero que probablemente acabaría pastando por la serranía y viajando a Andalucía con los pastores trashumantes.
Local especializado en comida preparada con una gran variedad y calidad. Tienen tanto platos fríos como calientes, listos para comer o para terminar en casa, como las croquetas. Todo lo que he probado está muy rico. Son muy amables y además tienen otros productos como conservas, congelados y también panadería y dulces. Los productos son en su mayoría locales. Muy recomendable y bien ubicado.