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Al entrar me intercepta un empleado y le enseñó el pagaré que tengo que pagar y directamente me manda a la otra sucursal (me da la sensación que se van pasando la pelota) y le digo que si me están tomando el pelo que justamente vengo de la otra sucursal. Da pena la atención al cliente, bueno mejor dicho no tienen atención. Sólo están ahí para acompañarte al cajero y tener que hacer tú las gestiones. O te mandan a la sucursal que está enfrente, como me ha pasado hoy. Vas, y te dicen que es en la otra, donde acabas de estar. Conclusión que para pagar un pagaré de la Universidad no lo han sabido hacer, decidí ir al de la Plaza Fernández Douro, y sorpresa, paso por caja y me lo cobran y sellan sin ninguno problema. Me parece que todo es cuestión de quién te toque, desde luego hay empleados que necesitan más formación, implicarse más, o quedarse en casa.
Nunca entenderé la política de horarios que tienen hoy en día los bancos. Que si hasta tal hora para una cosa, hasta tal hora para otra. Toda una vergüenza.
Atienden primero a los amigos de los empleados a pesar de que hay más de 60 personas esperando. Un solo cajero para atender a tantas personas, cuando hay empleados en sus mesas sin hacer absolutamente nada (cuento 8 + 1 que está en el cubículo 4 que aparenta ser el director), más de 10 clientes a la vez en la oficina y para colmo, todos los geles hidroalcoholicos no están al alcance del consumidor, si no en la parte trasera de cada cubiculo: gracias por hacer la experiencia nada agradable e incluso peligrosa.
Peor imposible. Los empleados son lentos, de trato desagradable y para culmen destilan un aire de grandeza que no se sabe ni de dónde proviene, ni por qué lo tienen. En mi experiencia bancaria, probablemente si que sean de los peores con los que me he encontrado.que bueno, eso ya es un mérito en sí.