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Ningú diria que en una cantonada d'una urbanització s'amaga un tresor de la gastronomia llatina. Poder tastar menjar d'altres cultures, hondurenya en aquest cas, a pocs quilòmetres de casa és un plaer. L'atenció des del primer moment va ser espectacular.
Buen lugar donde comer comida casera, en mi caso fricando de ternera, callos, un Rioja, 4 cafés, 2 chupitos, todo 40 eu. Éramos dos personas, puede que precio elevado, pero todo está caro y la botella era un Rioja no de la casa.