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Sus esculturas tienen movimiento, equilibrio, algo especial, que te enganchan. Siempre quieres ver más de sus hombrecitos. En qué postura lo hará la próxima vez? Te hacen cuestionar, tener curiosidades, indagaciones, lo que el propio escultor Giacometti decía de la función de las esculturas: "No son objetos, no tienen que estar terminadas, ni perfectas. Tienen que estar abiertas al diálogo, a las preguntas y respuestas. " Y así son las esculturas de Manel Galià, abiertas a un mundo de imaginación, sueños y fantasías.