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Paramos en este bonito pueblo a comer, y este sitio fue un acierto. Servicio estupendo. Comida sencilla y rica. Precio muy asequible. De 10 para el tipo de restaurante.
Yo iba con la idea de comer bien pero me llevé una tremenda decepción, no pongo 0 estrellas porque no hay. Fui con varias personas. Después de bastante tiempo de espera, vinieron las “patatas bravas”, patatas congeladas con una salsa de ketchup picante. Después decidimos pedir el semáforo, lomo rebozado, que más bien era rebozado con lomo. No se sabía si eso era pollo o ternera, aún me sigo quedando con la duda. Este plato venía con tres salsas: guacamole comprado, una salsa de mostaza y miel y otra que no sé de qué era. Decidimos también probar los calamares, congelados también. Lo bueno era la ensalada que llevaban que no estaba tan mal. Después pedimos el pollo crujiente. Bolas de pollo también congeladas con una salsa de barbacoa de bote. Por no hablar del revuelto de cebolla y especias, una mezcla de patata con un huevo cortado en trozos y cebolla quemada con un montón de especias para darle sabor. No pido el mejor pero no creo que sea tan difícil hacer un revuelto en condiciones. También pedimos un bocadillo, con lomo malo, pimiento, queso y jamón serrano. Es verdad que el pan no estaba mal pero tampoco me gustó. Al principio no nos habían traído pan así que se lo pedimos, parecía el típico pan congelado que uno calienta en el microondas. La verdad es que cuando le comentamos lo de la comida a la camarera nos contestó bien. El problema era la jefa que no reconoció su error y nos contestó muy mal. Yo no soy una persona que siempre se queja pero la verdad es que ahí tenía que decir lo que pensaba. Y por último no nos pusieron platos.