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Fui con mi cachorro a la terraza a tomar algo. No había clientes en la terraza y mi perro se subió encima de mis piernas. El dueño pensó que se había subido encima de la mesa, o eso imagino. Me echó la bronca levantándome la voz y queriendo avergonzarme delante de los clientes que estaban dentro. Una, se subió en mis piernas y tiene tres meses y otra, que aparte de asegurarse que hubiese subido; tendría que habermelo dicho en mi mesa y no delante de todo el bar, así yo le hubiese podido explicar. No voy a volver porque no me gustaron las formas y creo que antes de decirme nada debería de estar seguro de lo que pasó y sin ese tono tan grosero. Además de que la terraza estaba vacía, nunca le hubiese permitido a mi perro subirse a la mesa, que no le dejo ni en mi casa.
Típico local regentado por un especimen mezcla de neandertal amargado y cromañon con delirios de grandeza, sólo se salva la decoración del local, el resto pide a gritos una puntuación de 0
El lugar idóneo para ir con los amigos. Privacidad. Conexión. Amistad. Respeto, ante todo. El cliente, lo primero. Trato excelente, como de la familia. Al final, te sientes como en tu propia casa.
Tapas de sabor insuperável. Ambiente de barrio autoctono. Deses sítios onde ainda se pode botar un subastado ou un dominó. Café moi ben feito. Non se pode pedir mais.
Los dueños son encantadores, ambiente muy agradable y familiar. Y ni que decir de las tapas que te sirven con la consumición, todas riquísimas y caseras.
Taberna con barra sucia, huele mal. Café malo. Baño muy sucio. El dueño desagradable maleducado, mala cara cuando entras. Ni hola ni adiós. El peor bar de Milladoiro.