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Lo recuerdo desde que era niño y me sigue transmitiendo a dia de hoy las mismas emociones. Da gusto tomarse un colacao tranquilo. Economico y buen servicio
Cerveza buena porque es de estrella Galicia. Tapa de gambas fría y dura. Los clientes sin mascarilla puesta y haciendo lo que les da la gana sin que el dueño les diga nada. No volveré. De lo peorcito donde he estado últimamente. Porque las personas mayores son a las que más le tienes que llamar la atención para que se pongan la mascarilla dices por su bien? Y aún encima te contestan como los maleducados que sin en esa parroquia donde se reúnen y les dejan hacer la gana?
Un lugar para no volver. Después de casi 15 minutos sin atenderme luego tampoco me puso la tapa mientras a otros clientes si. Lamentablemente. Luego quieren clientes. Además muchos de los clientes estaban sin mascarilla charlando sin distancia de seguridad y en medio de la entrada mientras el responsable del bar no les dijo nada.
Me sirvieron un cafe que despues de beberlo, tenia azucar ya. Toda la pinta de que algun cliente cambio de opinion y no quiso cafe, y que reciclaron ese cafe recalenrandolo y cambiando pocillo mas cuchara. De mis experiencias peores. Camarero con mascarilla decorando cuello.
Muy acogedor y muy buena atención Perfecto para tomar los vinos (porque las tapas buenísimas por cierto) o para leer relajado al lado de la ventana con un café en una tarde de invierno ️
Si pides un café a partir de determinadas horas no te ponen nada para acompañar, al contrario que a aquellas personas que están con vinos o cañas. Nadie se muere por eso pero es un detalle feo. Por otra parte, tienen una zona para fumadores cubierta, que roza, si no incurre, en la ilegalidad, ya que el humo entra en el interior, por el empeño del personal de no cerrar la puerta. Tanto es así que es uno de los pocos locales de Santiago de los que sales oliendo a tabaco. Para poco exigentes y nostálgicos de la ropa con esencia de colilla.
Local de barrio recién remodelado. Muy luminoso, una buena terraza, trato amable y familiar. La dueña, (cocinera y camarera), es la señora de barrio de toda la vida, podría ser perfectamente tu madre. Por la mañana con el café te ponen un señor pincho de tortilla recien hecho, dan ganas de comerse la tortilla entera. El café esta bueno y el precio en general es razonable. Los bancos podrían ser un poco más comodos pero aún así es agradable. La clientela es gente del barrio, se respira tranquildad.