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Después de un palizón en bici, estaba haciendo el camino de santiago, pare exhausto en esta gasolinera, muy poco concurrida, Alvaro el amable, simpático y servicial empleado, me invitó a que me sentara a comerme allí el bocadillo y la fruta que llevaba, le había preguntado si había cerca algún lugar de descanso para hacerlo y me dijo que en los pocos sitios que había en esos momentos daría mucho el sol, hacia mucho calor, y me ofreció que me quedara allí. Un tipo fenomenal, me contó alguna anécdota de peregrinos en bici y me dejó amablemente usar el agua y los servicios además de ofrecerme alcohol para una herida, por caída, en la pierna. Gracias Álvaro, buen tío