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Restaurante de comida tradicional con un menú del día muy variado y abundante con una deliciosa cocina casera. En nuestro caso comimos caldo y sopa de cocido de primeros, lacón asado y cocido de segundos, y queso con membrillo y tarta de Santiago de postres. Con agua, una botella de vino y café pagamos 24€.
Atención y servicio muy bueno. La comida muy rica y mucha variedad. No aparenta lo bien que se come. La camarera muy maja y atenta. Tiene un aparcamiento amplio. De precio tirado
Hoy he decidido ir a comer y la verdad es que las opiniones son fiables. Restaurante sencillo, sin lujos, pero la comida me ha parecido muy buena y el servicio rápido y amable. Café incluido en el menú y chupito de orujo de cortesía. Totalmente recomendable.
Es un lugar especial, familiar. Ideal para ir con la familia, amigos.la comida es casera y tanto la propiedad como los empleados son muy agradables y educados.
No llegamos a comer. No estan preoarados paracuando hay mucha gente. Aunque bueno, desconozco a que llaman mucha gente cuando se ven mesas vacias. Personalmente, lo que creo que no hay espiritu.
Gran descubrimiento, restaurante a pie de carretera cerca de Castro Caldelas, la atención es cercana y amable te sentirás como en casa, cocina casera tradicional, platos abundantes y a un precio que te asombrará. Muy recomendable.
Muy buena comida, especial mención al cabrito asado, pura delicia, raciones escasas pero suficientes, buen vino de la zona. Servicio lento pero muy agradable, buen aparcamiento.
Buen trato, buenas raciones, trato perfecto. Pero a poder ser reservar antes de ir. La calidat tiene un precio y es que la gente se mata por ir. Repetiremos!
Todo buenísimo, casero, de calidad raciones completísimas. Y los dueños gente encantadora y muy profesional. Si estáis por la zona lo recomiendo sin lugar a dudas.
Vinimos de muy lejos, para cenar en este restaurante. Nuestra sorpresa fue que al pedir mesa al propietario para dos, con un desdén y una parsimonia típica de un hombre amargado, nos dice con toda su cara, que sólo da de comer a los huéspedes. Allí no había ni el tato. Suerte que teníamos a un taxista de mano que no saco del apuro. Por muy rica que digan que está la comida hay restaurantes y pueblos en la Ribeira sacra más amables. No volveré nunca. Y soy gallego