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Típica gestoría acomodada a sus “clientes de toda la vida”. Si no te vas a dejar una pasta todos los meses, no es tu gestoría.
Rosa, la gestora, te dirá que va a prestarte un servicio excelente y que van a estar muy pendientes de ti. Ya de entrada intentó subirme la tarifa previamente acordada, le recordé la cantidad inicial que me había dado y tuvo que rectificar. Así que ándate ya con ojo con estas cosas.
Lo mejor, si te arriesgas con ella, todo por escrito a la hora de establecer qué servicios van a darte y cuáles no, porque luego, donde dije digo, digo Diego. Pero eso no te lo van a dar ellos, así que encárgate tú de hacer el documento.
Si no lo haces así, después de prometerte calidad de servicio y atención personalizada, te encontrarás no con que el servicio sea malo, sino que es inexistente.
Si necesitas orientación puntual con algún tema, y ella considera que no está “en contrato”, olvídate hasta de que te responda a una pregunta.
Mails sin responder durante semanas. Le envías documentos que ella misma te pide, y ni un mail de confirmación ni un “gracias”.
La tienes que llamar tú para cualquier cosa, porque ella no hace seguimiento.
Lo peor, la comunicación: cuando llamas al fijo, dicen que no está y la chica de la recepción, en vez de tomar recado, tiene la orden de pedirte que vuelvas a llamar en otra hora, donde la gestora sí esté.
Me lo dijeron hasta tres veces, momento en que me harté y les dije que, por favor, tomaran recado, y que fuesen ellos los que me devolviesen a mí la llamada (protocolo de atención telefónica al cliente, nivel 1).
Llamas a su móvil, el que consta en sus correos, y te dice que no le constan las llamadas.
Cuando consigues hablar con ella, te despacha en 2 minutos y casi te deja con la palabra en la boca -tiene que tener mucha prisa y muchos clientes, está claro-.
4 gestiones -contadas- que han tenido que hacerme en 8 meses, y les ha “costado” realizar la mitad.
Resumiendo, jamás la recomendaría, quizá no tanto por el mal servicio, sino, sobre todo, por la actitud de indiferencia, rozando lo prepotente, de su gestora, Rosa, que demuestra no tener capacidad ni habilidades para ser empática con sus clientes y gestionar de forma correcta las quejas que ella misma ha generado con su pésimo servicio.
Lo bueno es que hay otras, tanto en Colmenarejo como en otras localidades.