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Sobre el abandonado solar de una antigua casa baja con patio, se alzan un laurel, una gran palmera y las ilusiones de un grupo de vecinas y vecinos por llevar ánimo y cultura a un viejo barrio castigado por el abandono. Asistí a un concierto de cuerda y viento (guitarras, violonchelo, saxo, trompeta y travesera), acompañado de poesías recitadas, bajo la dirección del maestro Enrique Moleón. Durante casi dos horas, este trocito de la calle Melquíades Biencinto se llenó de música y alegría, junto al rumor de la M30 que hoy sepulta las huertas que antaño conocí en el valle del Arroyo Abroñigal. Esperemos que "La Palmera" siga dando sus frutos.
Nuevo proyecto de huerto urbano en el espacio vecinal, todos los lunes puedes pasar a conocer a un grupo de gente estupenda. Ven con ganas de hacer cosas nuevas, no te aburrirás.