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Un restaurante pequeñito con más de 100 años de antigüedad, su decoración y comida casera te hará transportarte al Madrid más castizo del pasado siglo. Muy aconsejable su mollete de pan casero. Tengo un video en mi canal de Youtube Capitán Pepe Por El Mundo.
Me encanta este restaurante. Los que ponen una estrella en la reseña me alegran porque no volverán y así nos dejan más tranquilos a los que valoramos la calidad de este sitio. El bacalao está muy bueno.
Este si es un lugar antiguo de verdad, existen muchos que venden esa característica, pero es difícil encontrar uno realmente auténtico como este. Además es muy agradable conversar con Julio, el nieto del fundador del restaurante, muy majo. No puedes irte sin probar el bacalao
Un lugar muy pequeño y agradable. Comida riquísima hecha con recetas pasadas de generación en generación. Muy recomendable el cachopo para compartir y el postre de la casa. Es un lugar para tomarse la cena con calma y disfrutarla.
El peor lugar en el que he comido. El recibimiento del gerente fue pésima por su lentitud y modales, tal vez por su avanzada edad. Tiempos de espera muy largos. La llegada de los platos fue escalonada y la calidad de la comida pésima. De los 4 platos diferentes tomados. Absolutamente a evitar.
Nada recomendable, pensamos que el cocido sería bueno pero erramos, la sopa sabía a agua de cocer el repollo con 4 fideos y los garbanzos de bote. No vuelvo.
Fuimos por el vermouth de grifo y nos gustó, pero pedimos unas croquetas y para lo que son nos parecieron carísimas. La atención no nos gustó nada, el camamero muy borde y muy seco. No volveremos.
En una visita a Madrid desde Gijón nos dejamos caer por Oliveros, sin duda un templo de la tradición tabernera de Madrid. Mantuvimos una amena charla con su regente, que nos explicó la más que centenaria tradición familiar ininterrumpida del negocio, al tiempo que saboreábamos su delicioso vermut de barril. El local conserva intacto el aspecto que hubo de tener a mediados del XIX, todo un viaje en el tiempo. Me encantan sus carteles admonitorios (prohibido cantar y bailar), la ausencia de televisión, su corta barra, su fregadero de metal, el gran espejo que señorea el comedor. Un lugar de peregrinación para los asturianos que anden por Madrid.
Pésima atención. Llegamos a las 22h cuando el horario de cierre es a las 23. Consultamos si podiamos cenar, de mala cara nos dijo el señor que si. Eramos 4, preparo la mesa y nos dio el menú. Después de mirarlo nos dimos cuenta que no era lo que esperábamos, ni en precio ni en variedad. Dice ser un sitio para comer "bien y barato" pero de barato nada. Le comentamos al señor que nos ibamos, y se enfadó muchísimo. Se quejó porque le habiamos hecho montar la mesa, y ya saliendo me gritó "y no vuelvan". Experiencia terrible.
Vas al rastro un domingo y cómo no, o comes o te tomas algo. Eliges, para un vermut de grifo, un lugar cercano como una de las tabernas centenarias que hay en Madrid. Tabernero amargado que le parece que te está haciendo un favor al servirte. Pides la tapa de bacalao, y al reclamarla por si se les ha olvidado, 15 minutos y otro vermut después, te dice, de forma un tanto seca, que las hacen al momento y que llevan su tiempo. Cuando dos grupos que llegaron después, tenían sus tapas, decidimos irnos y pedimos la cuenta. Al tabernero le sienta mal y nos recuerda las tapas. Pasamos de esperar y nos fuimos pagando sólo lo servido. Mal final para una buena mañana por un hombre que no sabe tratar a sus clientes.
Estuvimos comiendo un grupo de amigos y todo estaba riquísimo. Destacar el bacalao rebozado, las croquetas de cabrales y el cachopo impresionante. Es un sitio pequeñito pero si quieres comer bien no te lo puedes perder.
Fuimos un grupo de amigos y ha estado genial! Relación calidad precio buenísima. Todo muy bueno, el pan recién horneado, el cachopo delicioso y el cocido increible. El dueño es un señor encantador. En cuanto vuelva a Madrid repetimos.
Muy rico y de calidad todo! Pan muy bueno, me lleve uno para tostadas! Camarero super amable y cercano. No sabíamos si cenariamos bien y salimos muy contentas. Volvemos seguro! Gracias
Pequeño restaurante de grandes raciones asturianas. Es un oasis en la latina de comida tradicional y trato cercano. El revuelto de morcilla fue lo que más me gustó junto con las fabes, espectacular. Si bien es verdad que hay muchos restaurantes en Madrid, pocos hay donde cuiden el menú, estés tranquilo y te sientas cómo en casa.
Una típica taberna madrileña con cocina asturiana. Acogedora. Probamos el bacalao de Oliveros, muy bueno, y un excelente revuelto de morcilla. El postre de la casa nos explica el dueño que lo hace con una receta de su abuela. Hay que probarlo y averiguar qué ingredientes tiene.
Un sitio de toda la vida, un tesoro de los que todavía quedan por descubrir en pleno centro de Madrid, con una calidad inmejorable. El trato del dueño, espectacular! Muy recomendable.
Si è fermato il tempo Vicinissima alla metropolitana "La Latina" in questa trattoria si mangia tradicionale. Le migliori crocchette di madrid, fatte da loro. Bacalao.top
Por fuera parece la típica tasca del Madrid castizo. Entramos por probar a ver si tenían alguna ración para tomar algo y cenar y un acierto. Julio el dueño majísimo. La comida de 10, rica y contundente. Y lo mejor de todo baratísimo. Un lugar para volver sin duda ;)
Un sitio muy tranquilo y agradable. Tomarte unos vinos en un lugar con mosaicos originales (hablamos de 1857 más o menos) en compañía de Julio Oliveros, charlando con él, no es un deporte que todo el mundo sepa practicar. Yo lo aconsejo.
苦艾酒很好喝,經營到目前第四和第五代,老闆Julio也很熱心,基本的英文溝通沒問題。內裝仍然很美很精緻,到處都有標語很可愛www Vermouth is nice, Julio was so friendly to us. Interior is well-protected and beautiful. I liked it very much!
Casa fundada en 1857 y así se conserva. Está preciosa. Es una taberna tradicional madrileña de toda la vida, con su barra de zinc, azulejos en las paredes, radios antiguas, etc.vamos, esa decoración que nos traslada a otra época. Ya quedan pocas asi que vayamos y ayudemosles a sobrevivir. Muy recomendable.
Suuuuuper recomendable. Lugar antiguo con mucho encanto. Comida asturiana con oferta más allá de lo típico. Casero y a buen precio. Atiende el dueño quien además tiene muy buena charla.
Un restaurante pequeñito con más de 100 años de antigüedad, su decoración y comida casera te hará transportarte al Madrid más castizo del pasado siglo. Muy aconsejable su mollete de pan casero. Tengo un video en mi canal de Youtube.
Un sitio que a lo mejor está por donde psas muchas veces. Pero tu mirada iba fijando a los otros y no te dabas cuenta. Pues te pierdes un restaurante que sobrevive más de 1 siglo. Huele a historia. Simplemente hay que ir. Los lugares históricos debemos cuidar entre todos para que nos siga contando más cosas.
Restaurante muy acogedor con una decoración que merece la pena ver. Excelente atención y la fabada asturiana que tomé estaba de lujo, además de pan muy crujiente hecho a mano. Repetiré seguro.
Auténtica taberna, tapas increíbles, no os podéis perder el cobardin madrileño ni la croqueta de cabrales y sidra. Personal amable y encantador. Sin duda un lugar de toda la vida que espero siga siéndolo muchos años más.
Me parece un sitio que invita a entrar, pero con la actitud del camarero es mejor que salgas pitando … entré con unos amigos, y me dirigí al baño, y vino detrás mía, con la barra llena de gente para atender, para saber si iba al baño sin antes consumir … me resultó tan violento, que después de explicarle no me pidió disculpas, nos fuimos de allí con idea de no volver, … una pena
¡Muy buen cocido madrileño! Con su sopita de fideos calentita, morcilla muy rica, carnes bien preparadas y raciones generosas. Vino de la casa de rioja de rechupete. Y panes caseros. A mi hijo de 11 años le ha encantado, se llevó la tarjeta para dársela a sus amiguitos. Además Julio nos trató con mucha amabilidad. ¡Gracias!
Taberna centenaria que conserva intacto su encanto. Ofrecen un vermú casero que también se puede comprar en botella. Una buena opción es probar sus tapas: un caldo de cocido casero, el bacalao rebozado especialidad de la casa o unos "cobardines" (pollo macerado y rebozado). No suele haber mucha gente y es muy recomendable si te gustan los sitios auténticos y con carácter.
Mi segunda vez, la primera fue genial, taberna con solera de 1875, buen vino, tu tapita. Esta vez. No pusieron tapa, so había NADIE, y cuando me termino de tomar el vino pone unas aceitunas. Aceitunas. Ya sabéis como en muchas otras críticas que hago regla número uno en un bar NUNCA NUNCA NUNCA pongas ACEITUNAS NI PATATAS DE BOLSA NI ALPISTE (popurri de cacahuetes con kilos y demás) NUNCA. Iré una tercera vez para ver si sigo viniendo aquí o no, otra regla: si en un bar te gustó la primera vez y la segunda no, repite una tercera,
Siempre ha sido uno de mis sitios favoritos para comer o tomar un vermú; pero desde hace un tiempo me encanta porque elaboran los panecillos de forma artesana y se nota.
Excelente trato y sobretodo comida! No entiendo las reseñas que he leído. A un restaurante se va a comer bien no a socializar con el camarero, que por cierto en este caso es el dueño y su trato ha sido también excelente. No dejen de probar su postre estrella receta de la casa.
Lugar particular de tradición familiar de más de 150 años de historia. Comida casera y riquísima, mezcla madrileña y asturiana, como si te la hiciera tu abuela. Los callos y el cachopo nos encataron. No te puedes ir sin pedir el postre de la casa, el paponzuelo.
The place looks like a classic, old fashioned Madrid taberna: all tiles, framed old timey pictures, bull fighting paintings and what not. But the place was empty when we came in, and I guess the patrons weren’t expecting anybody. We had to call “hola! ” before anyone showed up, and our arrival lead to a state of panic. The owner and his English speaking daughter were very friendly and hospitable, but the food was the worst I ever had. The beef was overcooked, as was the lamb, and the squid cooked in ink -a specialty dish- tasted like actual piss. Their menu was too big to handle. They seemed to be understaffed. Very, very dissapointing.