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Este árbol singular es el más anciano de la Casa de Campo y una joya botánica con 271 años de vida (en 2.020). Es testigo de una época a principios del siglo XX en la que el lugar que hoy ocupa un aparcamiento de coches polvoriento, enfrente del Lago de la Casa de Campo, existía uno de los cinco lagos del Palacete de los Vargas, que al helarse en invierno, se utilizaba como pista de patinaje en tiempos del Rey Alfonso XIII.